La CPRE tiene una función diagnóstica y otra terapéutica
Su complejidad requiere de mucha experiencia por parte de los profesionales que la realizan.
Si oímos hablar de las siglas CPRE nos referimos a Colangiografía Pancreática Retrógada Endoscópica, unas siglas poco conocidas.
“Este extenso nombre hace referencia a una de las técnicas consideradas, dentro de la endoscopia, complejas o avanzadas. Es decir, que va más allá de las gastroscopias y colonoscopias diagnósticas que son las que habitualmente conocen los pacientes», indica la doctora Cristina Torres, especialista en Aparato Digestivo y Responsable de este servicio en la Policlínica Ntra. Sra. del Rosario.
Gracias a este procedimiento, la Policlínica Nuestra Señora del Rosario ha evitado el traslado de numerosos pacientes a Palma, concretamente desde que se implantó en el centro en el año 2014.
Es una herramienta fundamental para valorar la vía biliar y para dar tratamiento a diversos problemas que la aquejan, diagnosticando, por ejemplo, los cálculos (o piedras) de la vía biliar, (enfermedad que en muchas ocasiones se encuentra asociada a los cálculos de vesícula) y otras patologías que impiden el drenaje normal de la bilis al intestino delgado.
A nivel diagnóstico combina dos técnicas: por un lado, la endoscópica (con la introducción de un duodenoscopio, instrumento similar a un endoscopio convencional) que nos permite acceder hasta la desembocadura del conducto biliar (que recibe el nombre de papila duodenal), localizada en la segunda porción del intestino delgado. Por otro lado, la técnica radiológica, que implica la realización del diagnóstico del problema obstructivo que existe dentro del conducto biliar mediante radiografías tras la inyección previa de un contraste en el conducto biliar.
A nivel terapéutico, su objetivo es drenar la vía biliar para devolverle su funcionalidad.
“Accedemos por la boca con el duodenoscopio”, indica la especialista, “hasta la desembocadura del conducto biliar en el intestino delgado (papila duodenal). A través del orificio papilar entramos al conducto introduciendo instrumental específico de la técnica, como son el esfinterotomo, el catéter balón, guías, etc, que son herramientas muy finas que nos facilitan el trabajo. El objetivo es la extracción de los cálculos o piedras del conducto, el barro biliar o cualquier material patológico que se encuentre obstruyendo la vía biliar. Con ello, se logra un drenaje adecuado de la vía favoreciendo su funcionamiento normal. Previo a la extracción del material mencionado es necesario realizar un corte pequeño en el intestino (menor a 10 mm por lo general). Esto favorece la salida del material patológico de la vía biliar, ya que el orificio papilar es diminuto y de no hacerlo no permitiría su extracción ni limpieza”.
Dependiendo de la patología del paciente, por ejemplo, en los casos de tumores de la cabeza de páncreas que obstruyen la vía biliar, puede ser necesario la instalación de “stents” o catéteres biliares que permitan el adecuado drenaje de la bilis.
Todo el procedimiento es endoscópico y realizado desde el interior del cuerpo, de manera que al paciente no se le realiza ningún tipo de incisión o corte externo. Además, los instrumentos que se utilizan son muy pequeños y la región anatómica que se aborda (papila duodenal) muy fina y delicada, con lo cual, se requiere de gran precisión y mucha experiencia de los profesionales que intervienen en ella.
A veces, la técnica va asociada a una cirugía posterior, por ejemplo, de la vesícula. “Es conveniente limpiar previamente la vía biliar extrayendo cualquier material que obstruya el conducto si es el caso”, indica la doctora.
Los primeros síntomas de obstrucción de la vía biliar que suele detectar el paciente son la ictericia, que se define como color amarillo de la piel y escleras de los ojos, pudiendo estar o no asociado a dolor abdominal en el cuadrante superior derecho (debajo del reborde costal derecho) o picor en la piel.
“Los cálculos de vesícula asociados a cálculos en la vía biliar son muy frecuentes”, continúa la especialista; “entre los factores de riesgo se encuentran la alimentación (consumo en exceso de hidratos de carbono y grasas), el sexo femenino, edad mayor de 40 años, patologías metabólicas, por ejemplo, la diabetes mellitus, obesidad o niveles altos de triglicéridos y/o colesterol. También la predisposición genética (familiar de primer grado afectado por el mismo problema) y ser de origen americano o hispano”.
En este procedimiento intervienen distintos profesionales: el especialista digestivo con entrenamiento en CPRE, enfermera, auxiliar de enfermería, anestesista y técnico de radiología.