Grave accidente e intervención del 061
Todo empezó con la caída accidental de un hombre de 29 años desde una altura de dos pisos, provocándole untraumatismo craneoencefálico grave, así como traumatismos de tórax y de abdomen cerrado y politraumatismos graves.
El equipo del 061 se encuentra al paciente politraumatizado y rápidamente activa un riguroso protocolo de protección de columna, respiración, ventilación y protección de vías aéreas para estabilizarlo y transportarlo a la Policlínica Nuestra Señora del Rosario.
Su ágil y correcta actuación permiten que el paciente llegue con vida a la Policlínica Nuestra Señora del Rosario.
Llegada a Urgencias
En Urgencias se activa el código politrauma. La médico de Cuidados Intensivos se encarga de estabilizar y proteger las vías aéreas del paciente. Además de las lesiones mencionadas, detectan que el paciente no puede respirar bien. Sus pulmones no tienen espacio suficiente para realizar su función, necesita una intervención urgente para liberar sus pulmones. En ese momento acude la cirujana general (dra. Paula Martínez) que le realiza rápidamente un drenaje pulmonar; de no haber sido así, el paciente habría fallecido.
Por otro lado, la inmediata disponibilidad del equipo de radiología de urgencias permitió evaluar las lesiones, se aprecia un edema cerebral además de un compromiso vital del tronco encéfalo que precisa intervención de neurocirugía de urgencia. La cirugía consiste en una craniectomía descompresiva para aliviar la presión intracraneal.
Se aprecian también múltiples fracturas faciales además de fractura del fémur.
Resumen: Se activa el código politrauma, después interviene rápidamente la cirujana general para colocar el drenaje, el equipo de urgencias organiza el escáner del edema cerebral. Y, además, el paciente necesitaba neurocirugía de urgencia, para realizarle una craniectomía descompresiva.
La disponibilidad de anestesia y personal de enfermería del quirófano permitió organizar en menos de 10 minutos la neurocirugía de urgencia.
Intervención quirúrgica
Con un pronóstico muy grave, el paciente entró en el quirófano, realizándose una craniectomía descompresiva, que consiste en explantar parte de la calota craneal y alojarla en el abdomen para una posterior reimplantación si el paciente sobrevive. Con esta intervención se controló la excesiva presión intracraneal, fruto de las lesiones cerebrales derivadas del traumatismo.
En la Unidad de Cuidados Intensivos se trabajó sin descanso para controlar todos los parámetros hemodinámicos, respiratorios y metabólicos para conseguir sacar al paciente de su situación crítica.
Al cabo de unos días, estando ya el paciente estabilizado se realizó una intervención conjunta con los servicios de Neurocirugía (Dres. Llinàs y Bartschi) y Cirugía Maxilofacial (Dr. Miera y Dr. Vert). Dicha intervención se prolongó alrededor de unas 10 horas. El paciente, tenía completamente fragmentado todo el macizo facial, la bóveda craneal y la base del cráneo. La cara podía separarse completamente del cráneo porque no existía ningún hueso íntegro. Nos explica uno de los neurocirujanos, el doctor Patrick Bärstchi, “lo que le salvó vida, paradójicamente, es que sus huesos de toda la cabeza estallaron en mil pedazos, porque la energía para romper tantos fragmentos de la cara y cráneo es energía que no se transmitió al cerebro”.
“Para la reconstrucción del puzzle”, comenta el Dr. Llinàs, procedimos a extirpar cada uno de los fragmentos del cráneo y los numeramos. Una vez expuesto el cerebro continuamos reparando la base del cráneo con diferentes materiales para separar las meninges cerebrales y el tejido cerebral de los senos paranasales, que siempre son foco de infección. Una vez sellada la fosa craneal anterior, entre ambos equipos fuimos reconstruyendo las órbitas, el cráneo y finalmente los huesos de la cara, mediante multitud de miniplacas de titanio”.
Recuperación favorable y sin secuelas
Pocos días después de la cirugía el paciente estaba consciente y hablando. La respuesta fue favorable, precoz y sin secuelas neurológicas.
“Un cerebro joven”, continúa el doctor Bärstchi,” con una rápida intervención, cuando se desinflama, no tiene por qué tener secuelas graves”.
Una vez estabilizado de ambas cirugías, el paciente sería sometido a la última intervención para tratar la fractura del fémur por los traumatólogos. Esta fractura, aseguran los cirujanos, “también le salvó la vida, porque la energía al romperse el fémur no se transmitió a la columna vertebral. Tuvo una doble lotería, sus lesiones en la cara y en la pierna, le salvaron la vida, no le dejaron parapléjico”.
Todo fue coordinado como una orquesta. La capacidad de los equipos multidisciplinares de Policlínica (Cuidados Intensivos, Urgencias, Cirugía general, Anestesiología, Neurocirugía, Radiología, Cirugía maxilofacial y Traumatología) permitieron que este hombre salvara su vida sin secuelas y sin complicaciones. El resultado estético facial cuando el paciente se marchó de alta fue excelente.